La lucha de la memoria contra el poder
es la lucha de la memoria contra el olvido.
Milan Kundera
Hace un año recibí una llamada desde México. Al otro lado de la pantalla alguien me increpaba por no saber lo que había ocurrido. Pero esa persona tampoco podía explicármelo. Sólo unía palabras atropelladamente y decía " como conejos, los han desollado como conejos".
A la mañana siguiente empecé a buscar información en medios digitales mexicanos y a hacer otras llamadas para comprender qué es lo que había sucedido en Iguala la noche del 26 de Septiembre. Las primeras noticias eran dudosas, las informaciones se contradecían, como en todo caso de intoxicación informativa en el que la gravedad del propio hecho consume a los medios de una manera compulsiva que aturde más que arrojar luz . Los estudiantes habían sido acribillados, detenidos por la policía, entregados al narco, las versiones circulaban a toda velocidad mientras el gobierno mexicano (hacía mutis) y la indignación popular crecía. Los periódicos españoles que se hicieron eco de la noticia dibujaban un México caótico, tribal, salvaje en el que es imposible saber quién es quién y dónde el Estado mexicano se mostraba voluntarioso, aunque ineficaz, en la llamada "guerra contra el narco".
Una mañana de octubre las calles del DF se llenaron a rebosar al grito de "Vivos se los llevaron, Vivos los queremos". El lema, procedente de las madres de los desaparecidos de las dictaduras latinoamericanas, ponía el acento en el carácter político de la desaparición de los 43. Había estudiantes, profesores de universidad, padres, madres, familiares de desaparecidos, campesinos, activistas, periodistas, amigos de periodistas asesinados. Aquella marcha multitudinaria acababa con el sueño de Peña Nieto de convertir la masacre de Iguala en un mero aumento estadístico en la cifra de los más de 24.000 desaparecidos (contabilizados) en México desde 2006. Los medios mexicanos abrieron al día siguiente con la gran pintada que la marcha por Ayotzinapa dejó tras de sí en la plaza del Zócalo: Fue El Estado.
¿Pero por qué iba el Estado querer desaparecer a 43 estudiantes campesinos de un municipio guerrerense? ¿Qué podría tener el Estado contra los maestros rurales? Por muy contestatario que sea el programa de estudios de las normales rurales ¿Tan peligrosos pueden ser para el sistema mexicano 43 estudiantes pobres e indígenas procedentes de la lejana comunidad de Tixla, en un estado empobrecido hasta la médula, y tan alejado, cultural y geográficamente de los grandes centros de poder?
Desde esta orilla del Atlántico, la sola idea nos parece disparatada. Y así compramos el veneno confundido de las titubeantes informaciones que con cuentagotas llegan desde México sobre el caso de los 43. El aspecto doliente y herido de los padres unido a su discursos campesinos con grandes deficiencias de léxico y pronunciación, terminan de configurar un puzzle donde nos sentimos cómodos, cómodos porque podemos seguir sintiendo compasión, pero también condescendencia. Comprendemos su dolor, ¿quién no lo haría?, pero en el fondo sentimos que es un dolor analfabeto, es el dolor vengativo de quien se deja llevar por los impulsos primarios de rabia e indignación, no aceptan la propia muerte de sus hijos, por otro lado, es comprensible ¿cómo se puede soportar una cosa así? Y así acabamos nuestra reflexión con una combinación perfecta de distancia etnocentrista y prejuicios culturales.
Pero ¿y si no fueran 43 padres? ¿ Y si fueran los padres de 24.000 personas cuya historia nunca ha sido contada? ¿Y si detrás de Ayotzinapa se abriera la tierra y salieran los muertos, los asesinatos selectivos, las desapariciones forzosas, el crimen político, la corrupción estatal en el comercio de droga? ¿En que se sustenta la economía del país? En las inversiones extranjeras ¿Qué tipo de empresas invierten en méxico? Sector energético. ¿En qué están interesadas las empresas energéticas? Recursos naturales ¿Dónde se ubican los recursos naturales? ¿En las grandes ciudades? No. En el medio rural, en zonas como Guerrero, Wirikuta, Oaxaca, Sonora, Michoacán. ¿Qué hacen los maestros rurales que se forman en las normales rurales? ¿Tener pósters del Che Guevara en su habitación? No. Oponerse al expolio de los recursos, defender los derechos de los campesinos y las comunidades sobre la tierra que trabajan y defender los derechos de la tierra, algo que por cierto, los occidentales que hemos pasado por la universidad todavía no hemos aprendido a hacer.
Nochebuena.
Mientras en mi casa se celebra la liturgia de la opulencia, alguien que saca el tema de los 43, asegura que los estudiantes fueron desaparecidos porque estaban metidos en temas de narcotráfico y fueron asesinados en un "ajuste de cuentas". Fin de la cena de nochebuena. Colón vive.
Si, pero está el narco, "la guerra contra el narco", " el narcoestado" "la narcocultura". Bien pero ¿quién es el narco? ¿podemos llamarlo con nombres y apellidos? Porque si no podemos nombrarlo con nombres y apellidos sólo es un chivo expiatorio, un concepto folklórico sumamente violento con el que también nos sentimos cómodos porque es el problema de otro. Pero ¿y si las empresas españolas que invierten en México estuvieran coludidas con ese narco tan abstracto para llevar a cabo sus proyectos en tierras defendidas por las comunidades campesinas, como es el caso de Iberdrola en el istmo de Tehuantepéc? ¿y si el mismo presidente de la República mexicana al que nuestras autoridades (rey, ministros, presidentes, empresarios) reciben con alfombra roja, y describen como "gran intelectual de América Latina" fuera directamente responsable de algunos de estos crímenes, como es el caso de la detención ilegal y violación de cientos de mujeres en Atenco?
Entonces ya no nos sentimos tan cómodos. Entonces empezamos a comprender porque a México se le llama "la dictadura perfecta " y porque ese reino de la impunidad y la barbarie creyó, un 26 de septiembre, que la desaparición de 43 estudiantes pobres sólo era estadística.
Se equivocaron.
No contaron con la fuerza combativa de las normales, los padres, los movimientos universitarios, los movimientos sociales y campesinos, los medios libres, los colectivos de derechos de humanos, no contaron con la fuerza de un país que ha aprendido a organizarse con la misma fuerza con la que es agredido. Porque algunas madres de los estudiantes desaparecidos son a su vez hijas de desaparecidos y eso es parte de la trágica historia de México y de América Latina, la desaparición de los futuros.
Un año después de aquella llamada, desde Redrum he dedicado el mes de septiembre a desentrañar las claves del caso de los 43 y la situación de terrorismo de estado generalizado que se vive en México . Pero no lo he hecho sola. No hubiera podido. Yo nunca he estado en México. Lo he hecho entrevistando y analizando la realidad mexicana a través de personas que la han vivido de cerca. He hablado con Lola Cubells, miembro del colectivo zapatista El Caragol, experta en derecho de los pueblos indígenas, con ella hemos hablado de México y la vulneración sistemática de derechos humanos, también he hablado con Carlos Soledad, miembro de la Asamblea de Solidaridad con México y de la Plataforma Cies No, mexicano afincado en Valencia y experto en migraciones, él nos ha hablado de la historia política de México y de cómo se ha llegado hasta el crimen de Iguala. También hemos hablado con Javier Sánchez Gil, miembro del grupo de trabajo de México de la CGT que mantiene un estrecho vínculo con el zapatismo. Javier nos ha explicado las formas de lucha vinculadas al pensamiento zapatista y la relación entre represión y neoliberalismo.
Un programa que traspasa lo político y lo cultural, donde a veces se me entrecorta la voz y no he querido editar o regrabar de nuevo, porque me gusta sentir que aún hay realidades que no sé como nombrar. Porque la verdad es que no tengo ni idea de cómo vivir con todo ese mundo que nos duele, porque no sé como proteger y cómo defender la vida en un mundo de muerte por fascículos, porque no se cómo se lucha lo que se lucha ni cómo se ama lo que se ama. Y a pesar de que dicen que el grito se lo lleva el viento, a veces es lo único que nos diferencia de los siervos.
Mexico nos duele. Y programas como este son muy necesarios, dan voz, dan detalles, articulan la historia para que la conozcamos, porque es una historia que no interesa asomar en los titulares, que no interesa tener como presente en los media. Gracias.
ResponderEliminarGracias a ti! Seguiré denunciando si alguien del otro lado quiere escuchar. Y quizás el mundo no cambie, pero tal vez los que queremos cambiarlo nos acerquemos.
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