miércoles, 20 de marzo de 2013

NO de Larraín: Las palabras y las cosas.






La última película de Pablo Larraín (Fuga y Post mortem) No narra la historia del publicista René Saavedra en su periplo para impedir que Pinochet ganara el referéndum que convocó en 1988. Pinochet se había visto obligado por la presión internacional a convocar este referéndum para darle a la dictadura una cara democrática y legitimar su pervivencia en el poder. René Saavedra es un joven y ambicioso publicista que se dedica a vender a productos de cola y micoorrondas y de pronto se ve envuelto en la tarea de diseñar la campaña publicitaria del NO a Pinochet. La película que nos propone Larrain sin embargo, no es una cinta que evoque el pasado glorioso de Saavedra por rescatar la democracia de la garras de la dictadura, es una película sobre el lenguaje. Sobre el poder hipnótico de la imagen publicitaria y sobre su absoluta falta de contenido.

   Es una película que el director ha construido sin dejar de formular algunos debates, por ejemplo, en un referéndum en que la propia izquierda ya se siente derrotada, la represión generada por la propia dictadura provoca miedo, desconfianza y el discurso cierto pero dogmático, endogámico y a veces incomprensible de la izquierda tradicional es incapaz de llegar a la mayoría de la población  ¿Se puede intentar, entonces, vencer al enemigo fascista con elementos propios del lenguaje de la comunicación de masas: el cine, la publicidad? ¿Es lícito? ¿Aunque así la izquierda se asegurara una victoria sería una victoria populista? ¿A la larga contraproducente?  

     Alain Resnais dijo una vez “el cine no vuelve atrás”, en efecto la película de Larrain toma una anécdota del pasado para abrir una reflexión sobre el presente.El Chile de 1988 no está tan lejos de la España del 2013, entonces como ahora nos preguntamos por qué la gente normaliza las situaciones de corrupción, abuso de poder e injusticia, y no reacciona más visceralmente contra quiénes están en el poder.  Una de las razones es la falta de un discurso de izquierda, ilusionante, concreto, positivo que llegue a una mayoría social. El director de la película lanzaba en una entrevista a Cinemanía un guiño a los movimientos sociales diciendo que el movimiento de los indignados y el movimiento de Occupied Wall Street habían sido un poco su inspiración a la hora de hacer la película sobre Saavedra ya que era un momento muy similar al que se retrataba en la película con unas estructuras políticas muy corrompidas y una serie de  actores sociales en movimiento intentando generar un cambio. La pregunta de la película en este caso es si estamos utilizando todos los medios que tenemos a nuestro alcance para llegar a la población, o si es preferible mantener la pureza discursiva y seguir siendo los que somos. 


 Por otro lado, la película  deja abierta, con la última escena, la cuestión del continuismo de la dictadura, y la dificultad de todos los países por trascender un período de autoritarismo si no hay un verdadero ejercicio de memoria, justícia colectiva etc. Las transiciones son un invento. Creo que hay que empezar a decirlo.

  
Aquí os dejo el spot real de la campaña diseñada por Saavedra para el plebiscito d e 1988 e incluido parcialmente en la película de Larrain.

Podéis ver la película esta semana en los cines Babel de Valencia a las 20:30h.

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