¿Por
qué será que la arrogancia moral siempre va unida a los movimientos de
resistencia? (The East)
Lo intentaron por segunda vez. El director de
The East, Zat Batmanglij y la co-guionista
y actriz principal de la película, Brit Marling,
se lanzaron a su segunda incursión en el mundo cinematográfico tras Sounds of my voice (2011) en la que ya contaban la historia de
una joven pareja que se infiltraba esta vez en el mundo de las sectas. En esta
ocasión, el director y su actriz fetiche han querido explorar el mundo de los
movimientos anarquistas contando la historia de Sarah Moss (Brit Marling), una
joven ambiciosa que trabaja en una empresa de seguridad a la que encargan
infiltrarse en una banda de eco-terrorismo (The East) que planea atentar contra
algunas de las empresas químicas y farmacéuticas a las que la empresa de
seguridad protege.
La película parte de un planteamiento
interesante y complejo. Al principio Sarah tiene bastante claro su actuación
empresarial, pero poco a poco, los datos que descubre sobre las propias
empresas, los escándalos ecológicos y sus efectos en las vidas humanas la van
arrastrando hacia un conflicto personal insostenible. Este aspecto resulta
interesante, la película despliega aquí su aspecto más espontáneo. Hay cierta
idea de que nuestra opinión acerca de la realidad cambia cuanto más nos
acercamos a ella.
También resulta interesante, aunque aquí ya
se perfilan bastantes tópicos, la descripción que hace la película del grupo
eco-terrorista “The East”. Por un lado, hay una mezcla de influencias en las
que el director ha querido hacer confluir tintes del movimiento
antiglobalización con planteamientos ecologistas y mucha herencia del
movimiento hippy de los años sesenta y setenta. El rasgo más característico de
los miembros de la banda es su carácter antisocial. Son seres marginados de la
sociedad o bien por voluntad propia o bien porque nunca han sido aceptados por
esta, lo cual recuerda ligeramente al ideario anticapitalista que ya representó
Sean Penn en Hacia rutas salvajes (2007) y
en definitiva al imaginario místico-subversivo del Walden de Thoreau. Da la sensación que los movimientos de
resistencia en EE.UU tienen una visión muy vinculada al estado de naturaleza,
que consisten sobre todo en escapar de los centros urbanos y construir
alternativas de vida alejadas de la formas tradicionales de sociedad. En este
sentido, contrasta radicalmente con la manera de entender la lucha política de
países mediterráneos como el nuestro donde los movimientos de resistencia se
encuentran muy unidos al tejido urbano y lejos de buscar un distanciamiento con
la sociedad, anidan precisamente en los núcleos donde estalla la conflictividad
social.
Por otra parte, lo que podría haber sido una
mirada desprejuiciada no tarda metraje en volverse una mirada moralizante. La
película trata a los miembros de la banda como fanáticos fundamentalistas, sus
rituales tienen mucho de rito religioso sectario y poco de argumentación
política. La cámara deja entonces de ser
una mirada que recoge las preguntas de
la protagonista para convertirse en un mecanismo de ofrecer respuestas. Es aquí
donde la película pierde cualquier tentativa de relieve y se convierte en un
obra plana que decide con celeridad quiénes son los buenos y quiénes son los
malos, precipitándose hacia un final que insulta la inteligencia de cualquier
espectador.
Finalmente, cabe preguntarse ¿cuáles son las
verdaderas intenciones del director? Pues como se trata de un comando
inventado, no busca reconstruir un hecho histórico. Al deslegitimar un grupo en
el que convergen ideas políticas tan difusas y heterogéneas, indirectamente el
director está deslegitimando la organización frente a la injusticia, la
desobediencia civil o la acción directa. Hay un interés, por tanto, no tan
explícito en convertir el terrorismo y el fanatismo en sinónimos del activismo
anticapitalista. Por eso, The East
acaba siendo una película bastante recomendable aunque sólo sea para debatir cómo
nos mira el sistema.
Puntuación:
5
Para:
los amantes de la conspiranoia, iluminati e iluminados, obsesivos de la
infiltración y cazadores de lagartos.
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