lunes, 21 de octubre de 2013

THE EAST: LA BRÚJULA SE MIRA EL OMBLIGO


¿Por qué será que la arrogancia moral siempre va unida a los movimientos de resistencia?  (The East)

Lo intentaron por segunda vez. El director de The East, Zat Batmanglij y la co-guionista y actriz principal de la película, Brit Marling,  se lanzaron a su segunda incursión en el mundo cinematográfico tras Sounds of my voice  (2011) en la que ya contaban la historia de una joven pareja que se infiltraba esta vez en el mundo de las sectas. En esta ocasión, el director y su actriz fetiche han querido explorar el mundo de los movimientos anarquistas contando la historia de Sarah Moss (Brit Marling), una joven ambiciosa que trabaja en una empresa de seguridad a la que encargan infiltrarse en una banda de eco-terrorismo (The East) que planea atentar contra algunas de las empresas químicas y farmacéuticas a las que la empresa de seguridad protege.

La película parte de un planteamiento interesante y complejo. Al principio Sarah tiene bastante claro su actuación empresarial, pero poco a poco, los datos que descubre sobre las propias empresas, los escándalos ecológicos y sus   efectos en las vidas humanas la van arrastrando hacia un conflicto personal insostenible. Este aspecto resulta interesante, la película despliega aquí su aspecto más espontáneo. Hay cierta idea de que nuestra opinión acerca de la realidad cambia cuanto más nos acercamos a ella.




También resulta interesante, aunque aquí ya se perfilan bastantes tópicos, la descripción que hace la película del grupo eco-terrorista “The East”. Por un lado, hay una mezcla de influencias en las que el director ha querido hacer confluir tintes del movimiento antiglobalización con planteamientos ecologistas y mucha herencia del movimiento hippy de los años sesenta y setenta. El rasgo más característico de los miembros de la banda es su carácter antisocial. Son seres marginados de la sociedad o bien por voluntad propia o bien porque nunca han sido aceptados por esta, lo cual recuerda ligeramente al ideario anticapitalista que ya representó Sean Penn en Hacia rutas salvajes (2007) y en definitiva al imaginario místico-subversivo del Walden de Thoreau. Da la sensación que los movimientos de resistencia en EE.UU tienen una visión muy vinculada al estado de naturaleza, que consisten sobre todo en escapar de los centros urbanos y construir alternativas de vida alejadas de la formas tradicionales de sociedad. En este sentido, contrasta radicalmente con la manera de entender la lucha política de países mediterráneos como el nuestro donde los movimientos de resistencia se encuentran muy unidos al tejido urbano y lejos de buscar un distanciamiento con la sociedad, anidan precisamente en los núcleos donde estalla la conflictividad social.




Por otra parte, lo que podría haber sido una mirada desprejuiciada no tarda metraje en volverse una mirada moralizante. La película trata a los miembros de la banda como fanáticos fundamentalistas, sus rituales tienen mucho de rito religioso sectario y poco de argumentación política. La cámara deja entonces  de ser una mirada que recoge las preguntas  de la protagonista para convertirse en un mecanismo de ofrecer respuestas. Es aquí donde la película pierde cualquier tentativa de relieve y se convierte en un obra plana que decide con celeridad quiénes son los buenos y quiénes son los malos, precipitándose hacia un final que insulta la inteligencia de cualquier espectador.

Finalmente, cabe preguntarse ¿cuáles son las verdaderas intenciones del director? Pues como se trata de un comando inventado, no busca reconstruir un hecho histórico. Al deslegitimar un grupo en el que convergen ideas políticas tan difusas y heterogéneas, indirectamente el director está deslegitimando la organización frente a la injusticia, la desobediencia civil o la acción directa. Hay un interés, por tanto, no tan explícito en convertir el terrorismo y el fanatismo en sinónimos del activismo anticapitalista. Por eso, The East acaba siendo una película bastante recomendable aunque sólo sea para debatir cómo nos mira el sistema.


Puntuación: 5

Para: los amantes de la conspiranoia, iluminati e iluminados, obsesivos de la infiltración y cazadores de lagartos.




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